Córdoba fue la cuna de humanistas como Fernando de Córdoba, Fernán Pérez de Oliva o Ambrosio de Morales.

Fecha y Hora

12 Noviembre 2017

11:00 am

Salida

Plaza de San Andrés

Córdoba

Más detalles

  • Precio – GRATIS
  • Plazas – 25

El Renacimiento en Córdoba

Duró apenas cincuenta años según los historiadores, de 1530 a 1580.  Un período de expansión económica, de apogeo de la agricultura y de la industria pañera, que fue acompañado por un aumento de la población, que llegó a los 50.000 habitantes, siendo la urbe más próspera del siglo XVI, detrás de Sevilla. En la centuria anterior como en la posterior surgieron figuras importantes para el mundo de la filosofía y la historia, humanistas como Fernando de Córdoba, Fernán Pérez de Oliva o Ambrosio de Morales.

La ruta se inició en la Plaza de San Andrés, donde pudimos ver el Palacio de los Luna, casa solariega y ejemplo de construcción civil de este periodo. El arquitecto constructor, Hernán Ruíz el Viejo, junto a su hijo Hernán Ruíz el Joven, son miembros de una extensa familia de arquitectos y artistas afincados en Córdoba.

Fernán Pérez de Oliva

Junto a este palacio está la calle Fernán Pérez de Oliva (Córdoba, 1494 – Medina del Campo 1531), única referencia a este insigne  humanista cordobés en la ciudad. Fernán Pérez de Oliva, ingeniero, humanista y escritor, cursó tres años en la Universidad de Salamanca y uno en la de Alcalá. Amplió conocimientos en el extranjero: dos años en París y tres en Roma, donde el papa León X le protegió. Fue catedrático de filosofía  y teología, y rector (1529) de la Universidad de Salamanca.

Su obra es extensa, abarcando obras de teatro, poesía,  morales y filosóficas, como el “Diálogo de la dignidad del hombre” (escrito antes de 1531), homónimo del de Pico della Mirandola, donde afirma que el hombre es un proyecto de hacerse a sí mismo, no una naturaleza prefijada, y que «el libre albedrío es aquel por cuyo poderío es el género humano señor de sí mismo”.  Cabe destacar su obra “Razonamiento sobre la navegación del Guadalquivir”, en la que Pérez de Oliva propuso al Ayuntamiento de Córdoba en 1524 recuperar la navegación del Guadalquivir como fuente de riqueza.

Ambrosio de Morales

La siguiente parada fue junto al Ayuntamiento de Córdoba, donde destacamos la figura de Ambrosio de Morales (Córdoba,  1513-ibídem, 21 de septiembre de 1591), humanista, historiador y arqueólogo, que fue nombrado cronista de Castilla por Felipe II en 1563. Comenzó a estudiar las fuentes historiográficas para realizar mejor su labor y en esta función se mostró innovador al utilizar por primera vez datos arqueológicos extraídos de testimonios no escritos como medallas, monedas, inscripciones, monumentos etc. Continuó la Crónica de Florián de Ocampo y redactó un valioso trabajo arqueológico, Antigüedades de las ciudades de España (1575), cuyo hilo conductor es la historia arqueológica de los lugares citados en la Crónica de Ocampo.

Fernando de Córdoba

Finalmente, junto a la Puerta del Puente, obra realizada por el arquitecto Hernán Ruíz III, con motivo de la visita de Felipe II a Córdoba en 1570, recordamos a Fernando de Córdoba (¿1425-1486?), el más desconocido de los tres. Fernando de Córdoba es uno de los grandes pensadores españoles del siglo XV.

Comenzó sus estudios en nuestra ciudad, trasladándose posteriormente a la Universidad de Salamanca. Fue maestro en Artes, Teología y Medicina, doctor en Derecho Civil y Canónico, destacó en Derecho, Filosofía, Música y Latinidad, dominando varias lenguas clásicas y orientales como el griego, latín, arameo, caldeo, árabe, etc.

En 1443 formó parte de la embajada que Juan II de Castilla envió a la corte de Alfonso V de Aragón, en Nápoles. Allí nuestro personaje fue acogido bajo la tutela del humanista Lorenzo Valla, secretario del rey, que lo introdujo en la corte y el ambiente cultural de la época. En 1444 marchó a la Universidad de París, con solo diecinueve años de edad, donde polemizó con los académicos de la época. El cardenal Bessarión lo designó miembro de pleno derecho de la Academia Platónica de Florencia. Fue nombrado subdiácono del Papa y auditor de Roma, siendo muy estimado por Sixto IV y Alejandro VI. Falleció en Roma en 1486 y fue enterrado en la iglesia de Santiago de los Españoles.