El presente artículo constituye el prólogo del libro Siete ensayos sobre Shakespeare, de José Carlos Fernández, que he tenido el placer de escribir. La figura del poeta inglés sigue alentando el debate sobre quién fue realmente Shakespeare. Quizás debamos olvidarnos del hombre y descubrir al poeta a través de su obra.

William Shakespeare

Él no era de una época, sino de todos los tiempos.
Y todas las musas aún estaban en su albor
cuando como Apolo él vino desde allí para dar calor
a nuestros oídos, o como un Mercurio para cautivar…
Fragmento de la dedicatoria de Ben Jonson a William Shakespeare en el First Folio

La vida de William Shakespeare desaparece entre las brumas de la Historia, al igual que las brumas del río Avon difuminan la imagen de la ciudad que vio nacer al genial dramaturgo. El debate sobre si el poeta inglés es la misma persona que nació el 26 de abril de 1564 en la ciudad inglesa de Stratford-upon-Avon sigue presente en pleno siglo XXI. En 2007, una serie de académicos y actores, capitaneados por Sir Derek Jacobi y Mark Rylance, ex director artístico del Globe Theatre, firmaron una Declaración de Duda Razonable (Declaration of Reasonable Doubt) en la que afirmaron que el señor William Shakspere, de Stratford-upon-Avon, no es el autor de las obras que se atribuyen a William Shakespeare, cuya identidad sigue siendo un misterio para algunos.

La primera compilación de las obras de William Shakespeare, publicada en 1623, siete años después de su muerte, es el denominado First Folio, que reúne treinta y seis obras del dramaturgo. Los estudiosos no tienen claro como Shakespeare adquirió la amplitud y profundidad del conocimiento que muestra en sus obras sobre materias como derecho, filosofía, literatura clásica, historia antigua y moderna, matemáticas, astronomía, arte, música, medicina, etc. La formación académica del señor William Shakspere en su localidad natal, se limitaría a la que pudo recibir en una escuela primaria. Tampoco se conservan registros de su presencia en alguna de las universidades inglesas de la época. Incluso Ben Jonson (1572-1637), poeta y hasta cierto punto rival de Shakespeare, hace referencia a la poca formación que este tenía en lenguas clásicas. En su dedicatoria en el First Folio dice: «Y a pesar de que tuviste poco latín y menos griego…».

Un actor de teatro

Lo cierto es que desde 1590 a 1620, la compañía que representaba las piezas teatrales de Shakespeare, Lord Chamberlain’s Men, incluía a un actor con el mismo nombre. Este artista puede ser identificado como William Shakespeare, nacido en Stratford-upon-Avon, dado que este último dejó acciones en su testamento que iban destinadas al cuerpo de actores de la compañía; Richard Burbage, John Heminges y Heny Condell, siendo estos dos últimos coeditores del First Folio. Otra referencia a la relación de William Shakespeare con la ciudad de Stratford-upon-Avon aparece en la dedicatoria de Ben Jonson en el First Folio, donde le denomina “Dulce cisne del Avon”.

En general, los estudiosos sobre William Shakespeare se afanan en descubrir al hombre, perdiéndose y especulando con la escasez de datos sobre su persona. El dilema strafordianos vs antistrafordianos sigue vigente hoy día. Olvidan que la mejor biografía de William Shakespeare, su legado, lo encontramos en la grandeza majestuosa de su obra. Quizás Ben Jonson se refirió a esto cuando dejó escrito un comentario dirigido al lector del First Folio, en el que enfatiza que el grabador no estuvo muy afortunado representando la imagen del poeta, significando que no debemos buscar a Shakespeare en la deficiente representación sino en la grandiosidad de su obra.

AL LECTOR
La figura aquí presentada,
para el gentil Shakespeare fue cortada,
en ella el grabador luchó con
la naturaleza, para extraerle la vida.
O, podría sino haber dibujado su ingenio
también en bronce, como ha cincelado
su cara; la impresión entonces superaría
todo lo que se ha mostrado nunca en bronce.
Pero, ya que no puede, lector, busca
no en su imagen, sino en su libro.

Siete ensayos sobre Shakespeare

José Carlos Fernández, con la visión profunda del filósofo y del amante de Shakespeare, nos trae en esta ocasión una colección de siete ensayos donde destaca cuestiones fundamentales para el ser humano que aparecen reflejadas en las obras del dramaturgo. «Las obras de Shakespeare son una Biblia completa sobre los misterios de la vida, presentando los mil y un dramas y pruebas que el alma debe experimentar y superar», dice el autor. Para lograr esa introspección es fundamental la visión del poeta, su capacidad de entrever la realidad oculta, como intermediario entre lo mundano y lo trascendente.

TESEO: La mirada del ardiente poeta, en su hermoso delirio, va alternativamente
de los Cielos a la Tierra y de la Tierra a los Cielos; y como la imaginación produce
formas de objetos desconocidos, la pluma del poeta los personifica y les asigna una
morada etérea y un nombre.

«El misterio de la muerte en Shakespeare», «La Tempestad y el camino del mago», «Los dos hidalgos de Verona», «Hamlet o el hombre ante su encrucijada», «El amor en la obra de Shakespeare», «La comedia -como gustéis- de Shakespeare» y «Sueño de una noche de verano», son los ensayos que componen la obra Siete ensayos sobre Shakespeare. José Carlos Fernández analiza esos misterios de la Vida, esos dramas shakesperianos, que van surgiendo por boca de los protagonistas. Muerte, vida, religión, amor, amistad, virtudes y defectos, se entrecruzan en una vorágine catártica que no deja indiferente al espectador. La obra de Shakespeare es como un “Teatro Mistérico”, que, siguiendo al profesor J. A. Livraga, no es sólo una ficción frente a una realidad, si no que es la Realidad sin las limitaciones del Espacio ni del Tiempo.

HAMLET: Ser o no ser, esa es la cuestión: si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de
adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir, nada más.

Siete ensayos sobre Shakespeare

Notas de la Historia

En Londres podemos visitar una reconstrucción del teatro The Globe, un teatro isabelino para el que William Shakespeare escribió sus obras y del que fue actor. El teatro original fue construido en 1599, destruido en reconstruido entre 1613-14, y demolido en 1644. El actual teatro es una aproximación arquitectónica basada en edificios de la época. Está construido a unos 230 metros de la ubicación del teatro original y abierto al público en 1997.

Autor : José Morales

José Morales es escritor y editor del blog Córdoba en la Historia.

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